Cuentos de la Selva de Montiel

“…Desde el área artística el hombre es capaz de expresar sus sentimientos más profundos e íntimos, esos que van a ser cruciales a la hora de conservar un ambiente del que todos los seres humanos somos parte…” (Olmos, en Educación Ambiental en Entre Ríos, estrategias y perspectivas, cap. 3, pág. 149-150)

En esta instancia el escritor y referente cultural local Don Arturo Luna nos brinda su aporte en el marco de la Semana del Ambiente, compartiendo un cuento inédito con aroma y brisa de monte.

“RUN RUN, el niño que quiso volar”

Estaban a la espera de su primer hijo, ilusionados de saber que, si era varón se llamará como el padre y, Rufino ya lo veía aprendiendo los secretos de los trabajos del campo;  si era mujer, llevará el nombre de su madre y será la compañera a quien enseñaría a darle los gustos al padre en las cuestiones de la cocina y en los trabajos en la huerta.Rufino Almeida era puestero en la estancia “El Timbó”, corazón de la Selva de Montiel. Allí, con su compañera Amalia, quien tenía el cabello color trigo y los ojos azules como el mar que debió atravesar desde Europa, para aquerenciarse en estos pagos.

En una de esas calurosas tardes de enero, Rufino volvía al trotecito de su caballo y le llamó la atención ver la puerta de su rancho cerrada, la preocupación lo hizo apurar el tranco y encontró a su mujer, tirada en el catre, ya en trabajo de parto.

Las patas de su moro prácticamente no tocaban el piso, hasta llegar al rancho de Doña Asunción, una servicial mujer que vivía a tres o cuatro chacras de distancia y, en estas ocasiones hacía de “comadrona” o partera.

El sol estaba cayendo, cuando un llanto inundó el rancho de Rufino y, apareció Doña Asunción con ese capullo de vida entre sus brazos. El corazón de Rufino parecía estallar de felicidad y, sus ojos dejaron escapar alguna lágrima, así celebró el milagro de la vida.

“—Cuando te pongas bien, se lo vamos a llevar a los patrones—“le dijo Rufino a su mujer, quien compartía el llanto, mientras sostenía en una de sus manos, una estampita de San Ramón Nonato que le había regalado Doña Asunción. No hizo falta que se mejore, allí ya habían llegado los patrones con algunos regalos para el recién nacido.

El tiempo pasó, el pequeño Run, como lo llamó la hija más pequeña del dueño de la estancia, crecía hasta que llegó el tiempo de la escuela. La maestra era la hija mayor del patrón, de modo que todos los días, pasaba por su casa y lo llevaba en su jardinera hasta la escuela.

Una tarde, al regreso de la escuela, Run le preguntó a su madre: “— Porqué es tan triste el canto del Crespín y sube tan alto en los arboles —“. Amalia hizo un alto en la tarea, pensó un momento y le respondió. “— A Crespín se le murió la mamá y con su canto el la llama, porque ella está en el cielo. Él cree que subiendo al árbol más alto estará más cerca y su mamá lo podrá ver y escuchar—“.

Al poco tiempo, Amalia enferma y Run veía muy preocupados a su papá y a los patrones. Una noche, que su maestra lo llevó a la estancia para que duerma allá, Run le contó la historia del Crespín. Esto impresionó mucho a la joven maestra.

Al otro día llegó la noticia, Amalia había muerto y, las explicaciones para un niño que no tenía consuelo, parecía no escucharlas.

Pasaron unos días, una mañana que la joven pasó, como de costumbre, por el rancho de Rufino, Run no estaba. “— Dijo que la esperaba en el camino—“aclaró Rufino, sin preocuparse; la maestra agradeció y continuó su marcha pensando, que lo encontraría muy cerca, llegó a la escuela y Run, no estaba, comenzó a preocuparse y se volvió, le cuenta lo sucedido a Rufino, van juntos hasta la escuela y organizan la búsqueda, “— No debe estar tan lejos—“decían sus compañeritos. Pero, pasan las horas, llega la tarde….la tardecita…..y la oscuridad comenzó a cubrir al Montiel. La noche traía presagios de los peores. ¿Se habrá perdido? … pero si el conoce la zona de andar con su padre…….¿Lo habrá llevado alguien..?. Llegan los primeros rayos del sol y algo iluminó el pensamiento de la maestra.”… ¡¡¡Busquen en los árboles más altos…!!!..” dijo casi con desesperación.

Pasaron un par de horas y, lo que estaba en el presentimiento de todos, se había cumplido. Desde el fondo de la calle, el moro de Rufino al tranco y el jinete con Run en sus brazos. Quebrado por el llanto y en forma entrecortada alcanzó a decir, “— Lo encontré al lado del guaraniná del fondo, alcanzó a balbucear algo—“, “— Quise subir para que me vea mamá y me caí—“.

“—Como el Crespín—“susurró la maestra para que nadie la oyera.

Pasó el tiempo, un día la maestra ve mateando a Rufino y se acerca. Comenzaron a hablar de cosas de la vida, hasta que Rufino toca el tema. “— Una cosa que nunca le conté maestra —“dijo el paisano y el silencio terminó nublándole los ojos. “— No tenga temor Rufino, cuénteme, le hará bien—“respondió la maestra.

“— Ese día que encontré a Run, cuando lo cargué al caballo, lo abracé fuerte y le pregunté, ¿Que te pasó mi hijo?, entreabrió sus ojitos, me miró y solo se sonrió, parecía estar tan feliz—“- “Lo estaba Rufino, claro que lo estaba. Ya había encontrado a su madre…”.

Luis Arturo Luna

Sobre el autor: Nació en el corazón del Barrio “Salto” de Federal el 03 de octubre de 1950.

Comprometido desde su niñez con la cultura regional, especialmente con la música, integró varios grupos musicales folklóricos, recorriendo, durante muchos años importantes escenarios a nivel provincial y nacional.

Desde 1976, hasta diciembre de 2015 coordinó el Festival Nacional del Chamamé, creando la Primera Cátedra Abierta del Chamamé, reconocida por el CGE  y el Foro de Festivales junto con el Proyecto “La Ruta del Chamamé”. Esto fue reconocido por Radio Nacional de Santa Fe que le otorga el Premio “Martín Fierro” por la Labor Cultural.

En 1995 se hace cargo de la Dirección de Cultura de Federal, desarrollando estas actividades en muchas ciudades de varias provincias y creando y dirigiendo el Coro Polifónico Municipal “Hermandad”, logrando gran repercusión por la creación de tres cantatas que fueron presentadas en las catedrales y teatros más importantes de la provincia, logrando consagrarse con el “Premio Escenario” y “Entrerriano Destacado”, ambos entregados por un importante medio escrito de la provincia.

En el año 2011 edita su primer libro de uso escolar “Efemérides Federalenses”, en 2012 “Mi pueblo, mis calles”, en 2013 “Nace el grito en Federal – Recuerdo de 40 años del Festival del Chamamé” y 2014 “Historias de Arroyo Cué” y en 2017 “Tupasy – Madre de Dios”, además de publicaciones como “Reliquias – Federal un pueblo elegido”

En 2018 la Legislatura de la Provincia de Entre Ríos lo declara “Personalidad de la Cultura Entrerriana”, reconocimiento entregado en la Cámara de Diputados de la Provincia. La narración presente, es uno de los capítulos del libro a editarse próximamente denominado: “Cuentos de la Selva de Montiel”-

Fotografías Marcos Protzmann

Deja un comentario